Pequeños sentimientos desde el cuerpo,la mente y el alma, de una cajita guardada en el corazón de esta Pandora

viernes, 15 de diciembre de 2006

La niña




La niña está sola, triste
quiere sonreir, pero le es imposible
quiere sentir, tampoco puede
está inmóvil mirando por la ventana

Mira los autos pasar sin cesar
con banderas coloridas,
y tambores ruidosos
su equipo ha salido campeón

Mira a las parejas
que se besan con pasión
pobre niña
nunca conocerá el amor

Mira a las familias
disfrutando del sol
pobre, pobre niña
destrozado está su corazón.

Y es que la niña, la niña está inmóvil
en su silla de ruedas, fría
quiere sonreir, le sigue siendo imposible
quiere ser amada pero nadie afuera conoce de su existencia
quiere una familia, una vida normal...

Alli sigue la niña, en la ventana
se acerca una enfermera
la lleva al otro extremo de la habitación
hora de comer...la niña está triste ya sin ventana
por donde mirar lo que nunca tendrá...

Basta de volar


Me miras y suspiro
Te miro y suspiro
Me hablas y vuelo hacia quién sabe dónde
Te hablo y la magia se esfuma.

Si me rozas, me derrito
por una caricia tuya daría mi vida entera
y un beso tuyo reviviría mis alegrías
cubiertas ya por tristes recuerdos


Logras captar toda mi atención,
ansío tenerte,
esta obsesión me quema por dentro
me hace sufrir como nunca antes


Asi que no me mires
ya no quiero suspirar
No me hables
Ya basta de volar

sábado, 9 de diciembre de 2006

Italia queda lejos...




Todavía no puedo olvidar lo que pasó esa tarde gris. Era lunes en aquella ciudad de Italia. Apenas se veían unos pequeños rayos de sol entre las espesas nubes. No se escuchaban ruidos, y se veían unas pocas personas que caminaban con la cabeza baja, la cara larga y llorando.
Al principio no me afectó, pero con el paso de los días me fue molestando. Un día decidí seguir sigilosamente a uno. De pronto, otros dos se le unieron. Luego otro y otro más, llegaron a ser unas treinta personas, que caminaban igual: lenta y amargamente hacia un lugar desconocido.
Al cabo de unas horas, todos se detuvieron ante una enorme puerta. Yo estaba escondida detrás de un árbol. Uno por uno iba poniéndose frente a la puerta, decía su nombre y pronunciaba unas extrañas frases en un raro idioma. Cuando estaba entrando el último, me acerqué sin que lo notara y antes de que la puerta se cierre, logré entrar. Vi una pequeña luz dorada al final de un oscuro pasillo. Poco a poco me fui acercando. Se hacía más intensa. ¿Seria oro? ¿Sería sólo producto de mi imaginación? Debía averiguarlo.
En las paredes del pasillo, pude ver cuadros oscuros, con formas que semejaban a humanos. Estaban gritando, llorando. Algunas caras me resultaron conocidas. Seguí avanzando. En el fondo, un tumulto de gente empapada por el brillo de la luz, se movía al unísono. Me mezclé entre ellos. Llegué al otro extremo con algunos golpes en la nariz. Ahí, se encontraba un pequeño objeto metálico de forma triangular que giraba sobre sí mismo de donde salía la resplandeciente luz dorada que manchaba el lugar por completo. Emitía un sonido que aumentaba rápidamente. No pude resistirlo. Antes de que pudiera hacer nada caí desmayada. Al levantarme, me vi rodeada de figuras negras. Volví a ver el pasillo y la luz dorada, pero esta vez desde otro ángulo. En frente y a cada lado, estaban los cuadros. Me di cuenta que... que yo era uno de ellos. Escuché un sonido que venía del pasillo. Eran más de ellos. Lo peor fue cuando vi a aquella muchacha... Tenía pelo oscuro y largo, ojos claros y enormes, era flaca, alta... en fin ¡Era yo! bueno sólo mi cuerpo, ya que mi alma se encontraba aquí en el cuadro al igual que la mayoría de los habitantes de Italia. Ahora pertenecíamos a este nuevo y amargo mundo hipnotizado.
Pude descubrir después de un tiempo que el triángulo de metal fue creado por una especie de humanoides. Que ya habían juntado 780.017 almas, y se dirigían hacia otras ciudades de Italia. Desde mi cuadro escuché entre susurros que uno le decía al otro:
-Necesitamos más almas…… o moriremos…-
-Lo sé llamaron de la Central: los niños mueren de hambre ¡Las almas se agotan!-respondió
Al cabo de un tiempo me di cuenta que no podía salir y ayudar, pero podía prevenir ¡Con esta historia! Muchos creyeron que estaba loca al escucharla y no hicieron caso y ahora los veo en cuadros y caminando por los pasillos. Escuchen mi consejo: Jamás se atrevan a pisar suelo de Italia.